Probióticos
BACTERIAS AMIGAS
Hay bacterias dañinas y otras benéficas. El cuerpo humano aloja ambas. Las saludables, como afirma el término, benefician al cuerpo humano. Los Probióticos son parte de estas bacterias.
Vivir sin Probióticos es imposible. Son defensores del organismo. Evitan que las bacterias dañinas se reproduzcan y afecten el delicado aparato digestivo. Los recién nacidos y niños pequeños que los consumen sufren menos alergias. Algunos estudios médicos afirman que benefician al corazón, reducen el colesterol y nos ayudan en la estabilidad de la presión arterial. Es importante en adolescentes y adultos porque fortalece el sistema inmunitario, mejora la digestión y absorción de proteínas y grasas. Sus beneficios son múltiples.
Los productos lácteos contienen gran cantidad de estos microorganismos que se agregan a múltiples productos, entre ellos los quesos blancos y el yogurt. También son encontrados en algunas verduras como las zanahorias, en los ajos y los pepinos. Hoy día se pueden conseguir en algunos suplementos de dieta, cómo cápsulas y comprimidos.
(Ilyá Ilich Mechnikov, también llamado Élie Metchnikoff; Jarkov, 1845 – París, 1916) Médico y biólogo ruso. Comenzó sus estudios en Jarkow, de donde pasó a las universidades de Giessen, Gottinga y Munich.
Los Probióticos tan populares en el presente tienen presencia en el siglo XIX. En 1884, Elie Metchnikoff, microbiólogo ruso, afirmaba que el envejecimiento podría combatirse con la sustitución de ciertos microbios por otros. Metchnikoff fue quien descubrió la existencia de bacterias – que en la actualidad llamamos probióticas – en el organismo humano. El científico las relacionó con el consumo habitual de leche fermentada y dijo que serían las responsables de la longevidad de campesinos bulgaros de edades avanzadas.
Los productos lácteos contienen gran cantidad de estos microorganismos que se agregan a múltiples productos, entre ellos los quesos blancos y el yogurt.
Muchos antes de este anuncio visionario, en el año 76 antes de Cristo, Plinio, escritor, científico y naturalista romano, recomendaba algo similar: consumir leche fermentaba para tratar algunos malestares digestivos, ya que eran fuente de probióticos. La palabra proviene del termino griego «Pro bios» que significa «Por la vida». Sin embargo, los investigadores D. M. Lilly y R. H. Stillwell fueron los primeros en usar el término «probiótico” en 1965. Para entonces fue definido como «microorganismos que estimulan el crecimiento de otros organismos».